¿Estás desalentado? Escucha a Jesús

Vivimos en un mundo caído. Aunque en muchas ocasiones experimentamos la vida en la Comarca o en Rivendel, esas experiencias son momentáneas; no pasa mucho tiempo sin que vivamos la realidad de caminar por las tierras secas y tenebrosas de Mordor. Así que no es extraño que a menudo nos encontremos desalentados. 

En primer lugar, nos desalentamos porque lidiamos con nuestro propio pecado: nuestro negro corazón, nuestras debilidades y necedades. Y es agotador. En segundo lugar, lidiamos con el pecado de los demás; en nuestras relaciones cercanas e incluso en las casuales, el pecado de los demás nos roza y en ocasiones se estrella directamente contra nosotros. Y es doloroso. Aparte de eso, tenemos nuestros trabajos: labrar «la tierra» entre «espinos y cardos» también es fatigoso. La vida en la iglesia incluye igualmente sus dolores: ese ministerio en el cual hemos servido por años—o tal vez solo por meses—y en el que no vemos fruto, el hermano que se sintió descuidado y nos lo reclama... en resumen, la preocupación por el Reino del Señor (2 Corintios 11:26-29). 

Ciertamente la vida cristiana no es esto solamente. Tenemos los momentos en Rivendel cuando vemos al Señor obrando en nuestros corazones, experimentamos triunfos sobre el pecado, vemos relaciones restauradas o preservadas por largos años; muchas veces nuestro Padre nos regala las siegas que ha prometido y también frutos en nuestra labor en Su iglesia. Es así y no debemos olvidar nada de esto. Sus misericordias son nuevas cada mañana ¡grande es Su fidelidad! (Lamentaciones 3:23-24). 

Sí, eso es cierto y es igualmente cierto lo otro porque vivimos en Rivendel, en la Comarca y también en Mordor. Estamos en el «ya pero todavía no». Y mientras estemos de este lado de la eternidad, Jesús nos dijo: «En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo» (Juan 16:32) y que por eso «... la creación entera gime y sufre hasta ahora dolores de parto. Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo» (Romanos 8:22-23). 

Cuando estemos desalentados—y por todo lo anterior no debe sorprendernos que esto ocurra con frecuencia—necesitamos escuchar a Jesús. Él mismo lo dijo: sufrirán muchas tribulaciones en este mundo caído que todavía no es su hogar, pero confíen, Yo ha vencido al mundo. 

Así que, cuando estemos desalentados, escuchemos a Jesús en Su Palabra escrita. Él nos la dejó para que «por medio de la paciencia y [el] consuelo de las Escrituras tengamos esperanza» (Romanos 15:4). Una de las prácticas que fortalece mi alma y me lleva a «sentarme» a los pies de Jesús en medio del ruido, es leer de una sentada algún libro de la Biblia. Leer el libro de Job o el de Daniel toma menos de dos horas y cada uno de los Evangelios se puede leer en un máximo de dos horas y media (el equivalente aproximado a dos capítulos de Netflix que vemos sin darnos cuenta). Muchas de las cartas del Nuevo Testamento se leen en apenas quince minutos

Otra manera de escuchar a Jesús en Su Palabra es repasando los versículos o textos que hemos memorizado. Si no hemos memorizado ninguno, es un buen momento para comenzar. Iniciemos con pasos pequeños: un versículo que repetirás durante la semana y luego otro, o tal vez te funcione tomar porciones más largas. Todo esfuerzo valdrá la pena para permanecer en Su Palabra. 

Cuando estemos desalentados, también escuchemos a Jesús a través de Su Palabra cantada. Vivimos en una época privilegiada en cuanto a recursos: tenemos canciones con teología sólida al alcance de nuestra mano. John Piper dice que cantar es una de las armas más poderosas en contra de Satanás y nos invita a tenderle una emboscada a Satanás con nuestras canciones a Dios. Puedes preparar una lista de reproducción específicamente con canciones de aliento para la batalla de la fe. 

Hay muchas otras maneras en las que podemos escuchar a Jesús, como a través de Su iglesia reunida los domingos. El punto es que necesitamos escuchar la voz de nuestro Salvador, solo así sobreviviremos en el «todavía no» que con frecuencia pesa sobre nuestros corazones. Él nunca ha dejado de hablar: «Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo» (Hebreos 1:1-2). Escuchémoslo. Lo necesitamos. 



Comments

  1. ¡Me encantó! Gracias por este oportuno recordatorio de escuchar a nuestro Señor, también súper chévere recordar que podemos leer libros de la Biblia de una sentada para animar nuestra alma (valga la redundancia) y la comparación con episodios en Netflix... cómo muchas veces escojo el camino del adormecimiento -que es tan peligroso- en vez de estar alerta por medio de su Palabra.
    <>
    Amén y amén

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  2. !Wao! Amén.

    Por un lado, un llamado a la acción, porque ¿cuántas veces nos perdemos en el entretenimiento en vez de esforzarnos a permanecer en Su Palabra? Por el otro, un gran aliento en saber que él puede animar nuestra alma y saciar nuestra sed.

    Plus: ¡Me encantó el playlist! Definitivamente, se viene conmigo.

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  3. ¡De mucho ánimo! Gracias Massi 💛

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  4. Amén, es muy bueno recordar que debemos escuchar al señor, y que hay tantas maneras de hacerlo, como creando una Playlist con canciones de aliento y de recordatorio de quien es el señor.

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