El verdadero jubileo




Entonces tocarás fuertemente el cuerno de carnero el décimo día del séptimo mes;
en el día de la expiación ustedes tocarán el cuerno por toda la tierra.
Así consagrarán el quincuagésimo año y proclamarán libertad en la tierra
para todos sus habitantes. Será de jubileo para ustedes,
y cada uno de ustedes volverá a su posesión, y cada uno de ustedes volverá a su familia.
Levítico 25:9-10
Hace unos años, durante las Navidades, me sorprendió una conexión entre este texto acerca del Jubileo y Jesucristo.
El año del Jubileo era un año de libertad para el pueblo judío. Los esclavos eran liberados (25:39-41), todas las deudas eran perdonadas y toda propiedad regresaba a su dueño original (25:23-28), ni siquiera se sembraba ni se segaba (25:11-12). Imagino que para los judíos ese año era una esperanza que energizaba las aflicciones de su día a día: cuando incurrían en deudas, cuando debían vender sus tierras y aún más, cuando se veían obligados a venderse a ellos mismos como esclavos. En todo ello podían mirar a ese año que llegaría y en el cual habría redención, es decir, rescate de la esclavitud, de las pérdidas y hasta del trabajo extenuante. Y cuando por fin llegaba ¡qué año debía ser! Esclavos eran liberados, deudas eran perdonadas, propiedades retornaban a su dueño; probablemente por dondequiera que se miraba había libertad, rescate y celebración.

Y entonces nos encontramos con que Jesús, al inicio de su ministerio, entró en la sinagoga, y el texto que leyó fue el siguiente:
Jesús llegó a Nazaret, donde había sido criado, y según Su costumbre, entró en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer. Le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre Mí,
Porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres.
Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos,
Y la recuperación de la vista a los ciegos;
Para poner en libertad a los oprimidos;
Para proclamar el año favorable del Señor».
Lucas 4:16-21
Jesús encarna el verdadero Jubileo. Jesús fue quien vino a libertar a los esclavos del pecado, a perdonar la deuda impagable que teníamos con Dios por nuestra maldad y a rescatarnos cuando estábamos irremediablemente perdidos. Y no lo hizo por un año luego del cual tenemos que esperar cincuenta más; no, lo hizo una vez y para siempre: somos libres por el resto de nuestras vidas aquí y en la eternidad.

La bandera de la redención, la de cada creyente, es una bandera de libertad. Verdadera libertad, no una disfrazada de esclavitud para hacer «lo que quiero», sino la libertad real de vivir para aquello para lo cual fuimos creados y para Quien fuimos creados. El pecado es esclavitud, esclavitud al Enemigo de nuestras almas y a nuestros deseos y pasiones oscuras que terminan destruyéndonos y que nunca se sacian ni terminan. El pecado es vivir vendiéndonos constantemente a amos diferentes porque ya no podemos costear el precio de nuestra sed insaciable, es vender nuestra posesión más valiosa y verla destruida frente a nuestros ojos, es trabajar de sol a sol y nunca descansar. Jesús es el Libertador que rompe las cadenas que nos atan a esos amos a los cuales nos vendimos; Jesús es quien nos devuelve nuestra invaluable herencia y nos da el verdadero descanso. 

Por eso, para los creyentes cada año es uno de Jubileo, uno de libertad, de perdón y de rescate. Sí, aún en medio de una pandemia y de la cuarentena podemos proclamar esto con gozo en medio de la tristeza. Porque nuestra esperanza viva está en lo que ya Dios hizo a nuestro favor. ¡Cuán hermosa y completa es la obra de Jesús! No vivamos como esclavos, tristes y oprimidos, Jesús nos libertó y nos dio gozo eterno. Desde ahora y por toda la eternidad.
«Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tienen por su fruto la santificación, y como resultado la vida eterna». (Romanos 6:22)

Comments

  1. Excelente🙌 Este escrito me trajo convicción de pecado pero a la vez la realidad de que no soy esclava del mismo. Dios te bendiga y te continúe usando para Su gloria.

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